Por: Raúl Herrera Soria
El
presidente del Consejo de Ministros no asistió a la mesa de conversaciones a la
que el mismo había invitado para conversar con el gobernador Regional y el
presidente de la Asociación de Municipalidades de la Región Loreto, demostrando
de esta forma el poco interés que tiene el gobierno nacional por los temas de
la economía de los pueblos de Loreto, cuyas instituciones desde hace tiempo tienen presupuestos carentes de financiación debido a la reducción de las asignaciones del canon
petrolero que los han puesto al borde de la quiebra y a la desesperante condición
de cerrar sus puertas.
Es
que al presidente Ollanta Humala le interesa frustrar cualquier movimiento que deteriore aún más la
enferma tranquilidad del país, esto quiere decir neutralizar cualquier protesta.
Primero que estratégicamente frustró la llamada “marcha de sacrificio” de los
loretanos que tenía destino Lima y segundo, que reuniéndolos en el Consejo de
Ministros e induciendo a que ese encuentro se quiebre traía por los suelos la
demanda de los loretanos.
El
escenario de hoy es incierto, son momentos de distracción electoral. La
atención se fija en la segunda vuelta, lo demás quisiéramos o no es cosa de una
atención menor. La jugada del señor Ollanta Humala y compañía ha sido bien calculada, como
dirían en la costa del país “nos agarraron de lornas”.
En
medio del desconcierto, de pronto aparece un nuevo discurso: el del gobernador
regional de Loreto, quien ahora levanta la bandera de la independización iniciando un
discurso trasnochado, inaplicable en los actuales momentos. Una cosa son los
tiempos de Cervantes que se rebeló ante el gobierno central en los años de las primeras dos décadas del siglo pasado clamando
descentralización y la atención para que se resuelven las más sentidas
necesidades de los iquiteños y lo de hoy, es un momento con realidades muy bien
diferentes.
Aunque
ni ayer ni hoy tuvimos lo suficiente para “liberarnos” del Perú y buscar la
independencia. Más allá de nuestros sentimientos chauvinistas que exaltan de
forma desmesurada lo poco que tenemos y lo insuficiente de nuestros ímpetus para
enfrentar lo que exige ser una nueva república.
Si el
argumento es deshacerse de la prepotente acción del centralismo, habrá que
considerar que es solamente un pretexto porque de centralismo estamos
empachados los loretanos con solamente mirar la forma cómo desde Iquitos se
manejan las cosas para Loreto en lo económico y social.
Para
justificar basta mirar las autoridades que elegimos que rebuscan con
mezquindades los mecanismos para satisfacer primero sus apetitos políticos y
luego, sí es que queda, para luchar por los intereses colectivos. No elegimos bien, eso lo
sabemos claramente, muchos callamos, otros levantan la voz y los más dejan
seguir. Navegar en la corriente de la independización de Loreto es seguir el
cauce con destino al precipicio.