Por: Raúl
Herrera Soria
Desde
el Parlamento Nacional ha salido un sujeto que busca notoriedad al solicitar la
vacancia del presidente Pedro Pablo Kuczynski. Oscuro, desconocido, y no cabe
duda, que instrumento de los demás, este sujeto propuso la salida del Primer
Mandatario.
Sin
embargo, hablando bajito, en tono de susurro nefasto, se comenta y se atribuye
el comentario a los fujimoristas sobre esta vacancia promovida por Fuerza Popular.
El tema parece pasar de rumor a algo cierto, lamentablemente cierto. Preparar
un escenario como este sencillamente huele a fatal para esta democracia
vapuleada por todos, incluyendo a los políticos.
El
fantasma de la vacancia camina cerca, es cierto, y es que esta versión se
sustenta en la abusiva y altisonante mayoría parlamentaria que atropella al
amparo de las circunstancias políticas. Los Poderes parecen estar desequilibrados
en el Estado peruano y esto avanza hacia propósitos irrespetuosos que descubren
agendas agresivas en las que se ocupan de sobre PPK y su gobierno.
Ya me
hace pensar que más fueron los temores en su accionar que deseos de ampliar la
base de la gobernabilidad por los que PPK haya cedido algunos cargos
importantes a la oposición, y ahí están las entregas a fujimoristas para
posesionarse en los mandos de la Defensoría del Pueblo, la SUNAT y el Banco Central de Reserva; solamente por citar
algunos puntos emblemáticos de este escenario complicado.
Loreto no está al margen de este debilitamiento pepekausista,
todo un accionar asolapado entre el silencio cómplice de los políticos regionales
que quizá aguardan con mayor tolerancia de la acostumbrada una recuperación del
gobierno. Pero esto no quiere decir que las cosas estén mejor acá que allá. El
fujimorismo parece tomar más cuerpo de lo que nos imaginamos en esta parte de
la Amazonía. Los grupos de apoyo y la misma militancia del partido de gobierno
ha mostrado incapacidad de reacción ante este escenario.
Me parece tremendamente crítica la situación, y por
el bien de todos no se debe mirar con tanta pasividad este momento. PPK no
parece tener pronto la superación del mal momento de su inicio de gobierno y se
enreda en los argumentos que la oposición requiere para solicitar su vacancia.
Se insiste, y esto
de forma cada vez más seguida que PPK podría ser vacado estar sufriendo una enfermedad
grave, tal como lo señala como causal la Constitución Política del Estado.
Algunos ligeros lo califican de demente senil, es decir que vive una locura propia de la vejez que lo aqueja y
por lo que estaría incapacitado para el ejercicio del cargo.
El Congreso de la
República pretende derrocar constitucionalmente a PPK, y eso no es bueno a
pesar de que algunas condiciones parecen darse de manera irreversible. Una
condición es el conjunto de escándalos políticos en el que está cercado el
presidente, la otra el inocultable deseo de vacarlo de la mayoría
parlamentaria.
El siguiente paso,
con que se argumentaría la vacancia del Mandatario sería que la ola de protesta
reaparezca en las calles no con maestros demandando soluciones a sus temas sino
que la población reclame una crisis profunda de la economía en un escenario de
una huelga general donde nada funcione, que el sistema esté totalmente
paralizado y que solamente le quede a PPK el camino de las vacaciones sin
retorno.
El país necesita otro clima, requiere que sus representantes
estén a la altura de sus responsabilidades, que depongan sus intereses particulares
partidarios y se interesen por el equilibro en las funciones de los Poderes del
Estado, aunque esto suena a utopía, es necesario intentar un país sin
prepotencia y sin odios ni rencores.