viernes, 4 de noviembre de 2016

EVASIÓN DE IMPUESTOS Y VIOLENCIA FINANCIERA A LA COLOMBIANA

Por: Raúl Herrera Soria

Cuando en Lima se siente como una amenaza a la tranquilidad social, aquí en Iquitos el caso ya fue a mayores. Varios de los actores de este tema están seriamente agraviados o hay otros que ya tuvieron problemas con la policía. La usura desborda el control ante la pasividad y complacencia de todos.

Los colombianos, éstos colombianos que andan por estos lares “trabajando” sin permisos de Ley, en busca de mejores oportunidades económicas llegaron al Perú por el río Amazonas para “financiar” mediante préstamos a personas naturales con negocio, aplicando una tasa de interés sumamente alta. Es decir en un verdadero aprovechamiento de la necesidad y la usura como una práctica corriente y abierta.

Pero eso no es todo. La ilegal presencia de estos ciudadanos colombianos se agrava con la práctica de la usura y la violencia que se da sobre sus clientes ante la morosidad. Iquitos y otras ciudades de la Amazonía tienen el triste “privilegio” de haber sido elegidas como las primeras en esta práctica ahora extendida hacia el resto del país.

El gota a gota, como llaman a esta modalidad de usura es conducida por ciudadanos colombianos que han puesto por los suelos el bien ganado prestigio de los naturales de este vecino país, por sus modales sumamente incorrectos. Se trataría de personas que al parecer han sido desplazadas por las guerrillas o de criminales escapados de las interioridades de grupos del sicariato y narcotráfico. 

Los usureros abren las puertas al crédito con facilidades increíbles, donde solamente basta presentar su DNI y el dinero contante y sonante es entregado al instante. De entonces para adelante comienzan las porfías para el pago que van desde la sonrisa inicial hasta los escandalosos cobros con violencia y armas de fuego. 

Las cuotas por este crédito se exigen pagar diariamente, y el sufrimiento es una tortura larga con acreencias recargadas con el 20 por ciento. Es decir un abuso con prepotencia, violencia y con la complacencia de un Estado que en su Código Penal no contempla la cárcel para el delito de la usura. Aquí lo delictuoso va hasta la evasión tributaria ya que este tipo de actividades están sujetas al pago de impuestos.