Cuando en Lima se siente como una amenaza a la
tranquilidad social, aquí en Iquitos el caso ya fue a mayores. Varios de los
actores de este tema están seriamente agraviados o hay otros que ya tuvieron
problemas con la policía. La usura desborda el control ante la pasividad y
complacencia de todos.
Los colombianos, éstos colombianos que andan
por estos lares “trabajando” sin permisos de Ley, en busca de mejores
oportunidades económicas llegaron al Perú por el río Amazonas para “financiar”
mediante préstamos a personas naturales con negocio, aplicando una tasa de
interés sumamente alta. Es decir en un verdadero aprovechamiento de la
necesidad y la usura como una práctica corriente y abierta.
Pero eso no es todo. La ilegal presencia de
estos ciudadanos colombianos se agrava con la práctica de la usura y la
violencia que se da sobre sus clientes ante la morosidad. Iquitos y otras
ciudades de la Amazonía tienen el triste “privilegio” de haber sido elegidas como
las primeras en esta práctica ahora extendida hacia el resto del país.
El gota a gota, como llaman a esta modalidad de
usura es conducida por ciudadanos colombianos que han puesto por los suelos el
bien ganado prestigio de los naturales de este vecino país, por sus modales
sumamente incorrectos. Se trataría de personas que al parecer han sido
desplazadas por las guerrillas o de criminales escapados de las interioridades
de grupos del sicariato y narcotráfico.
Los usureros abren las puertas al crédito con
facilidades increíbles, donde solamente basta presentar su DNI y el dinero
contante y sonante es entregado al instante. De entonces para adelante
comienzan las porfías para el pago que van desde la sonrisa inicial hasta los
escandalosos cobros con violencia y armas de fuego.
Las cuotas por este crédito se exigen pagar
diariamente, y el sufrimiento es una tortura larga con acreencias recargadas
con el 20 por ciento. Es decir un abuso con prepotencia, violencia y con la
complacencia de un Estado que en su Código Penal no contempla la cárcel para el
delito de la usura. Aquí lo delictuoso va hasta la evasión tributaria ya que
este tipo de actividades están sujetas al pago de impuestos.